Instante Sónico

LÁTIGOS EN MANO
Velvet Underground





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Lou Reed tocaba Heroin y
Waiting For The Man en
plan acústico. John Cale
llegó a esa misma fiesta y
odió las canciones. Odiaba
el folk, odiaba a Bob Dylan,
odiaba a Joan Baez.
Odiaba lo acústico y odiaba
las letras profundas y
trascendentales. Era 1965
y era Nueva York: lo hippie
era sinónimo de basura
para los muchachos del
avant garde y John Cale
era una de sus figuras.
Tocaba con el Dream Syndicate
de La Monte Young y el concepto
del grupo era sostener una nota
por dos horas.


La Monte Young era uno de los mejores dealers de Nueva York y el niño mimado de los vanguardistas y las Yoko Onos. Su casa era una constante encerrona de drogas y música conceptual. Sonidos y sensaciones, y seis horas diarias de ensayos con Cale tocando la viola… hasta que Lou Reed lo convenció de que leyera bien sus letras. “Las canciones de Lou encajaban perfectamente con mi concepto de la música. En ellas había un proceso de asesinato del personaje. Lou se identificaba completamente con los personajes que retrataba”. La opinión de Cale cambió y decidieron tocar juntos. Formaron la Velvet Underground.

No tenían nada de dinero. Sólo les alcanzaba para comer avena día y noche, para pagar los 30 dólares del departamento y para conseguir las drogas de rigor. Donaban sangre o se tomaban fotos para pasquines de historias inventadas. Un día eran maniacos sexuales de Kansas, otro día asesinos sangrientos de novias promiscuas. Hasta que apareció su primer manager, Al Aronowitz, quien les consiguió una tocada en un festival de un instituto de Nueva Jersey. Los muchachos le agradecieron caballerosamente robándole su grabadora de bolsillo. No eran precisamente músicos de ideales elevados que deseaban la paz mundial.

Luego tocaron en distintos lugares como el Café Bizarre, lugar al que llegó Andy Warhol con toda su tropa de la Factory. Una llamativa viola eléctrica, una baterista andrógina (Maureen Tucker), un John Cale con peinado Ricardo III y collar de piedras falsas. Para Warhol la imagen era todo y la Velvet Underground tenía imagen. Lo siguiente fue contactarse con ellos mediante Paul Morrisey.

Paul Morrisey: "Estoy buscando a un grupo para ser su manager y grabar unos discos. Tocarán regularmente en una sala y su manager nominal será Andy Warhol".

Lou Reed: "No tenemos amplificadores".

Paul Morrisey: "Les compraremos amplificadores".

Lou Reed: "No tenemos donde vivir".


La Velvet Underground dejó de lado a Al Aronowitz y miró hacia la Factory. Y apareció Nico en el panorama, recién venida desde Paris tras los consejos de Gerard Malanga, otro de los Warhol boys. Ella había estado con Brian Jones, Bob Dylan, Alain Delon. Había actuado en la Dolce Vita y era super magnética, una belleza nórdica que no usaba vestidos hippies si no ropa negra completa. Y ahora era propuesta por Paul Morrisey para que cante en la Velvet.

La Factory quedó enamorada de ella pero a Lou Reed casi le da ataque cuando le comunicaron que necesitaban una cantante por un asunto de publicidad. Parece que John Cale lo convenció de que la aceptara como parte de un trato. Y así nació la relación Nico-Lou, amor y odio, cariño y celos. “A Lou le gustaba manipular a las mujeres, controlarlas – dijo Nico -. Es lo que quizo hacer conmigo”. Finalmente le terminó escribiendo Femme Fatale y I´ll be your mirror.


Y se presentaron en la Factory, y se presentaron en La Cinemateque. Se proyectaba una hora de las películas de Andy Warhol y luego tocaba la Velvet Underground delante de la pantalla por una hora más. Así fue surgiendo la idea de espectáculo total, siempre impulsada por los factoristas más que por los velvets mismos. Así surgió el baile del látigo, entre otras cosas. Cuando tocaban Venus in Furs, Gerard Malanga, Mary Woronov y Ronnie Cutrone subían con látigos en la mano a realizar pasos sadomasoquistas de gran impacto. La Velvet Underground, junto a Andy Warhol, fueron calando en la escena neoyorkina de la época.

Luego vino el viaje a la costa oeste, pasando por San Francisco y Los Ángeles. Mary Woronov recuerda: “no eramos como ellos (los hippies) para nada. Nos odiaban. Nosotros vestíamos de negro, ellos con colores chillones. Nosotros eramos sadomasoquistas y ellos pregonaban el amor libre. Nos gustaban los gays, y la Costa Oeste era totalmente homofóbica. De modo que nos veían como unos depravados y nosotros a ellos como unos estúpidos”.

Estando en Los Angeles entraron a grabar su primer álbum. Estuvieron en el estudio dos noches y les costo unos tres mil dólares, cantidad que Warhol normalmente no gastaba. Es en Los Angeles donde nace el clásico disco neoyorkino, una de las grandes influencias de la historia del rock, el famoso album del plátano que hoy nos reune y nos transporta a épocas pasadas, oscuras e intensas, al ruido, la armonía y la impuesta pero deliciosamente tanática voz de Nico.

Para cerrar este artículo, citaremos las palabras de otro de nuestros queridos músicos, Iggy Pop:

“La primera vez que escuché el disco de la Velvet Underground y Nico fue durante una fiesta en el campus de la Universidad de Michigan. El sonido me pareció horrible. Pensé, “¿cómo puede alguien hacer un disco con esta mierda de sonido? ¡Es asqueroso! ¡Me enferman!"

Seis meses más tarde me atrapó. Era buenísimo. Aquel disco fue muy importante para mí, no sólo por lo que decía, y por lo bueno que era, sino porque ahí podía escuchar a unos tíos haciendo buena música sin ser buenos músicos.
El sonido era sucio y atractivo al mismo tiempo”.

Escrito por: Francisco Alvarez


+ INFO
- Velvet Underground en video (1), (2), (3), (4)



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