Instante Sónico
La muerte de las Canciones
Cuando les das play hasta matarlas
++++++++++++++++++++++++++++++
¿Es necesariamente malo?
No es a propósito, en todo caso,
y por lo menos yo, siempre
lo he hecho con cariño.
Más bien, lo he hecho “por” cariño. Me gustaban tanto que, nada, no podía dejar de tocarlas en la computadora, en la radio, en el Ipod, en cualquier cosa que hiciera ruido. Así somos los obsesos. Como tú. Que tire la primera piedra aquel que nunca haya matado una canción.
Los días, la intro
Empecemos por la vida. Algo ocurre. Lo que sea: te enamoras, te odian, la cagaste horriblemente, sueñas con cosas que no existen, te sientes solo, o eufórico, o sin saberlo te descubres flotando en un incómodo limbo… Para cada uno de esos estados existe una canción, que repetirás. Ya estás colocado en modo repeat.
Repeat
Una vez que te encuentras en modo repeat, el mundo a tu alrededor se nubla. Porque empiezas a vivir dentro de una canción. Estás encerrado y no hay nada qué hacer porque finalmente fuiste tú mismo quien se encerró solo. Y no podrás salir por unos días, unas semanas, tal vez meses, en casos radicales… la duración varía.
He pasado por tantas. No soy muy viejo, pero creo que siempre he tratado algo así como ponerle un soundtrack a mi vida. Canciones como vida, vida de canciones… como vivir con sentimientos prestados, pero tan absolutamente reales como para hacerte llorar. A veces, tal vez, boys don’t cry.
Podría hablar de la última, pero como está ocurriendo me callaré la boca. Sólo diré que se trata de esa canción de Weezer, El Scorcho . Sólo citaré, con ternura y sabor a secundaria:
I'm a lot like you, so please
Hello, I'm here, I'm waiting
I think I'd be good for you
And you'd be good for me…
I'll bring home the turkey if you bring home the bacon.
Nada más. Dices muchas cosas y, al mismo tiempo, nada. Hablas de ti mismo con la profundidad del lugar común. Y a veces, como bacterias en la mugre de tu cabeza, surgen las historias. Tengo una.
The Smiths - Please, please, please, let me get what i want
Es una suerte de cábala. Hay una canción harto conocida de The Smiths —ya no los escucho como antes, pero el recuerdo sigue ahí, como esas relaciones largas que nunca se van del todo—: Please, please, please, let me get what i want. Triste, tristísima, la canción trata de que nos ligue aunque sea una vez. Las cosas no siempre nos han ido bien y por una vez, por una única vez, queremos salirnos con la nuestra. Es lo justo, ¿no?
El caso es que cada vez que quería que algo pasara a mi favor la ponía. Y siempre funcionó. La chica no me daba bola, ponía la canción y me llamaba misteriosamente, por ejemplo. En serio. Sé que suena idiota o cuando menos naif, pero bueno, si no creo en fantasmas ni extraterrestres, por lo menos me queda creer en canciones.
Nada, sigamos. Yo era un éxito. Tenía una especie de superpoder. Y se me viene a la mente aquella frase del hombre araña: con una gran poder viene una gran responsabilidad. Es decir, por el amor de Dios, mantén la boca cerrada, no andes por ahí contando tus cosas, ya deja de una vez de escribirlas, a nadie le importa tu vida personal, deja al papel descansar en paz. No lo hice. Lo escribí. Lo conté todo para variar.
¿Saben que pasó? Sí, la magia se perdió. Mi truco dejó de funcionar. Sé que lo que digo no tiene mucho sentido, pero créeme. En el papel, nunca miento, y eso que llevo años intentándolo. Al día siguiente de ese texto, ya ni siquiera quería escuchar la canción. La había matado… Además, por si acaso la probé. Ni un latido.
Por eso escribo ahora. A ver si funciona a la inversa. Para tratar de recuperarla de la misma manera que la perdí. No me juzgues. Mejor digamos que algunos sentimientos tienen melodía.
Escrito por: Eugenio Vidal
Weezer - El Scorcho
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario